lunes, 21 de enero de 2008

¿Mal día?

Aunque razonara, ¿ de qué me serviría ?,
No me es posible ocultar lo que soy.
Debo estar triste si tengo motivos
y ninguna broma me hace sonrreir.
Debo comer si tengo hambre
sin tener que esperar a nadie.
Dormir cuando me viene el sueño
sin atender asuntos de nadie.
Y reir cuando estoy alegre
ignorándo el humor de todos los demás. (…)


W. Shakespeare (Mucho Ruido y Pocas Nueces)


¿Qué pasa con el líder cuando tiene un mal día? ¿Cómo conseguir una dedicación activa y una atención estratégica si tu mente está llena de secuelas de escarmuzas domésticas o dramas personales?



Parece siempre hayan de saber superar ese estado y centrarse, con entrega y vocación de servicio; pero creo que hay que pensar en ello antes de que nos suceda, o practicarlo cuando nos encontremos en esa situación.


Se puede intentar compartimentar, hacer trabajo emocional, resolver los conflictos... y de vez en cuando, no está mal hacer caso a Shakespeare y tomar un tiempo para uno mismo para sanar las heridas y recuperar el aliento. Y si es posible, pedir ayuda.



¡Feliz semana!

No hay comentarios: