domingo, 29 de abril de 2007

jueves, 19 de abril de 2007

La Pregunta del Koan

La Pregunta del Koan

A veces los clientes intentan alcanzar una meta de modo contradictorio. Por ejemplo, ellos aman a sus familias, pero pasan la mayor parte del tiempo trabajando, o quieren que sus hijos sean inteligentes, pero les gritan a ellos y les dicen que no toquen nada. O ellos quieren tanto hacer una buena presentación que sus voces internas le enumeran todas las cosas que podrían dar errado y eso hace que ellos se pongan nerviosos. En cada uno de los casos, el comportamiento es una variación con intención positiva.

La pregunta del Koan precisa ser realizada con un buen “rapport” y él es un exagero de la estructura contradictoria de los clientes.
Por ejemplo,
- “¿Cuánto tiempo precisa usted dedicar al trabajo, para conseguir estar con su familia?”
- “¿Cuán alto usted tiene que gritar con sus hijos, para tórnalos inteligentes?”
- “¿Cuánto usted se debe poner nervioso para conseguir hacer una buena presentación?”

Una buena pregunta del Koan, le sacude el comportamiento y le pregunta al cliente ¿cuánto de ese comportamiento es necesario para que él pueda alcanzar su meta?. El cliente entonces verá más claramente, como el comportamiento es auto-derrotante para que él pueda alcanzar la meta.

lunes, 16 de abril de 2007

Reencuadre

Reencuadre


'Nada es bueno ni malo, pero pensarlo lo hace'William Shakespear


La experiencia viene sin un significado a priori, somos nosotros quienes se lo damos. Suponga que usted ha estado esperando ganar a un nuevo cliente y le llama por teléfono para decirle que tiene decidido no acudir a las sesiones ¿Qué significa esto?¿Es una bendición? (usted esta ya con exceso de trabajo).¿Es una maldición? (usted necesita el dinero).¿Es un desafío? ¿(qué hará usted diferente la próxima vez y qué puede aprender de esto?)
El significado de una experiencia es dependiente del contexto.¿Qué significa esto para coaching? Significa que cuando un cliente trae un problema, el primer paso muy a menudo suavizar su pensamiento para que é pueda ver el problema con una nueva luz. Hay varias maneras de hacer esto. La primera es preguntarte a ti mismo: ¿Qué significan exactamente? Muchos clientes son muy críticos con ellos mismos, etiquetan su comportamiento sin pensar realmente en él. Cuando ellos dicen que son perfeccionistas, esto puede ser visto como que tienen unos estándares altos. Si ellos se describen como nerviosos, puede significar que son pensadores y cuidadosos. Hay generalmente algo positivo sobre estas clases de juicios.Cuando un cliente viene con un problema nunca aceptes el significado que él le da. Siempre explora que puede estar guardando en su mente.
Llevalos por una serie de preguntas:


  • ¿Qué piensas que significa esto?

  • ¿Qué más podría significar?

  • ¿Qué te gustaría que significará esto?

Recuerda ser siempre respetuoso con el cliente. Malas cosas pasan, y tú como coach, no estás tratando de persuadir al cliente que todo esta realmente bien. No es realmente cualquier cosa. Simplemente ábrelo para que vea otros significados y perspectivas. Esto lo puede hacer sentir mejor, lo cual en otro sentido le permite pensar mas claramente y sentirse con mas recursos. Una de las peores cosas acerca un problema es que te pone en un estado sin recursos que hace aún mas difícil la solución del problema.
Evita ser un ' soñador ' - esto significa que eres implacable y despiadadamente positivo, intentando siempre persuadir al cliente que todo es realmente ACEPTABLE. La esencia de un buen reencuadre es que funcione para el cliente. Usted verá al cliente cambiar de estado hacia contar con más recursos si su reencuadre es bueno. Como siempre la respuesta esta en poner en atención al cliente.

viernes, 13 de abril de 2007

La ira deja señales


Se cuenta que había una vez un niño que siempre estaba malhumorado y de mal genio. Cuando se enfadaba, se dejaba llevar por su ira y decía y hacía cosas que herían a los que tenía cerca. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que tuviera una ataque de ira clavase un clavo en la puerta de su habitación. El primer día clavó treinta y siete. En el transcurso de las semanas siguientes el número de clavos fue disminuyendo. Poco a poco, fue descubriendo que le era más fácil controlar su ira, que clavar clavos en aquella puerta de madera maciza. Finalmente, llegó un día en que el niño no clavó ningún clavo. Se lo dijo a su padre y éste le sugirió que cada día que no se enojase desclavase uno de los clavos de la puerta.


Pasó el tiempo y, un día, le dijo al padre que ya había sacado todos los clavos. Entonces éste cogió de la mano al hijo, lo llevó a la puerta de la habitación y le dijo:


- Hijo, lo has hecho muy bien, pero mira los agujeros que han quedado en la puerta. Cuando una persona se deja llevar por la ira, las palabras dejan cicatrices como éstas. Una herida verbal puede ser tan dolorosa como una herida física. La ira deja señales. ¡No lo olvides nunca!

Ruptura de un estado

Ruptura de un estado e interrupción de patrones.
El interruptor de estados e interruptorde patrones es muy útil como herramienta de coaching, viene de la programaciónneurolinguistica (PNL). Un interruptor de estado es algo que hacemos para mover al cliente rápidamente de un estado en el cual se encuentra a otro estado más neutral. Es como pasar a una frecuencia distinta cuandomanejamos un carro. Antes de pasar a otra frecuencia necesitamos irnos a "neutro".
Un interruptor de patrones es algo que tu haces para mover aalguien de un estado negativo a un estado neutro. Las interrupciones de patronesson siempre abruptas. Son quizás la manera las efectiva de romper un estado. Imagínate que estas dándole coaching a un cliente y este comienza a hablarte de su trabajo. Te dice cuan aburrido es su trabajo, como su jefe esta siempredando ordenes, que tan infeliz se encuentra, etc. Por supuesto que al estar diciéndonos todo esto, se esta sintiendo infeliz y no le va a ayudar el estar teniendo una sesión infeliz- Sus hombros están caídos,su voz es plana y su nivel de energía bajo- ¿Que hace en este caso un coach?
Un estado separadoro una ruptura del estado. Este puede ser visual, auditivo o kinestesico. Un ejemplo de una ruptura de estado visual puede ser señalar a la ventana y decir algo como,"mira el clima que esta haciendo allá afuera" De una forma auditiva seria contar una broma, (quizás aquí podríamos contar una broma acerca del aburrimiento en el trabajo). Las bromas son unaforma excelente de romper estados, a un las bromas que no sean muy buenas van adistraer al cliente de su estado actual negativo. Un estudio de la MRI encontróque una buena broma influye al mismo centro del placer en el cerebro que esactivado por la cocaína!
http://www.nature.com/nsu/031201/031201-5.htmlUna ruptura kinestesica de estado seria levantarnos e invitar al cliente a estirarse ocaminar dentro del lugar donde estamos trabajando. Algunos coaches invitan alcliente a hacer una breve caminata con ellos - Es muy difícil para un cliente el permanecer en un estado de "bloqueo" mientras camina y habla.
Algunas vecesel cliente esta bloqueado y no es obvio. Por ejemplo, cuando cliente se sienta siempre en el mismo lugar (recomendamos que el coach cambie los lugares de los muebles en la oficina al menos una vez almes). El cliente que tiene una fisiología fija y que no se mueve mucho, o que repite el mismo movimiento puede quizás estaren un estado de bloqueo (stuck state), y el coach puede usar un estado separadoren este caso. Un coach ayuda a su cliente a aprender y a cambiar, y algunas veces esto implicara ayudarle adesbloquearse cuando el clientemismo no es conciente de su bloqueo.
Ejemplo de un estado separador o ruptura de estado son: Dejar caer papeles al piso, de repente llamar a la persona por sunombre, pedirle que se cambie de lugar o de posición, o detener la sesión parair en busca de una taza de café. Moverse es usualmente la forma más efectivade cambiar el estado de una persona.De todas maneras para saber cuando usar un estado separador, tienes que estar muy atento para darte cuenta si el cliente efectivamente esta en un estado de bloqueo.Recuerda que un estado separador usualmente busca llevar alo neutral, entonces tu, el coach, necesitas liderar al cliente a un estado de mas recursos , todo esto por supuesto sicumple con el objetivo de ayudar al cliente a lograr sus objetivos.


(fuente: International Coaching Comunity)

jueves, 12 de abril de 2007

80% de tus resultados vienen del 20% de tu esfuerzo.



EL PRINCIPIO DE PARETO





Usando el Principio de ParetoVilfredo Pareto fue un economista que creo "El Principio de Pareto", mejor conocido como la regla 80 - 20.Pareto nació en Paris en 1848. Estudio Ingeniería Civil, y se convirtió en Presidente de economía política en la Universidad de Lausana, Suiza y fue un pionero de analizar los problemas económicos con herramientas matemáticas.
El principio de Pareto significa que ochenta por ciento de tus resultados vienen del veinte por ciento de tu esfuerzo. También significa que probablemente 20% de tus de defectos son responsables del 80% de tus problemas. 20% de tus productos probablemente te dan el 80% de tus ventas, y 20% de lo que tu lees te da el 80% de tus ideas útiles.
¿Como puedes usar esto en coaching?Primero, ayudar a los clientes a identificar esos hábitos que causan el 80% de sus problemas. Solo necesitan unos pocos cambios para hacer una diferencia muy grande.Segundo, conseguir que tu cliente se enfoque en resultados no en esfuerzo. (Esto también ayuda a los workaholics). Anime a su cliente a ser excelente un pocas cosas en lugar de ser competente en muchas. Ayúdelos a identificar sus capacidades básicas y a desarrollarlas.Sugiérales que se fijen un blanco de un numero limitad de oportunidades escogidas cuidadosamente en lugar de tratar de lograr cualquier oportunidad disponible.Finalmente ellos deben de realizar la mayoría de sus pasadas de suerte. Ellos han ayudado a crearlas. El principio de Pareto nos da credibilidad y soporte para un buen coaching.





(fuente: International Coaching Comunity)

lunes, 9 de abril de 2007

Marianne Williamson: Volver al Amor

Nuestro miedo más profundo es reconocer que somos inconcebiblemente poderosos.
No es nuestra oscuridad, sino nuestra luz, lo que más nos atemoriza.
Nos decimos a nosotros mismos:
"¿Quién soy yo para ser alguien brillante, magnífico, talentoso y fabuloso?".
Pero en realidad, ¿quién eres tú para no tener esas cualidades?
Empequeñeciéndote no sirves al mundo.
No tiene sentido que reduzcas tus verdaderas dimensiones para que otros no se sientan inseguros junto a ti.
Hemos nacido para mostrar la luz que reside en nuestro interior.
Y no únicamente en algunas persona, sino en todos nosotros.
Y a medida que permitimos que nuestra luz se irradie, sin darnos cuenta estamos permitiendo que otras personas hagan lo mismo.
Al liberarnos de nuestros propios miedos, nuestra presencia automáticamente libera a otros.





“Our deepest fear is not that we are inadequate.

Our deepest fear is that we are powerful beyond measure.

It is our light, not our darkness that most frightens us. We ask ourselves, Who am I to be brilliant, gorgeous, talented, fabulous?

Actually, who are you not to be?

Your playing small does not serve the world.

There is nothing enlightened about shrinking so that other people won't feel insecure around you. We are all meant to shine, as children do.

It's not just in some of us; it's in everyone.

And as we let our own light shine, we unconsciously give other people permission to do the same.

As we are liberated from our own fear, our presence automatically liberates others.”

by Marianne Williamson from A Return To Love: Reflections on the Principles of A Course in Miracles ;1992

martes, 3 de abril de 2007

Presencia

¿Dónde debo buscar la iluminación?. Aquí. ¿Y cuándo tendrá lugar?. Está teniendo lugar ahora mismo. Entonces, ¿por qué no la siento?. Porque no miras. ¿Y en que debo fijarme?. En nada. Simplemente mira. Mirar ¿qué?. Cualquier cosa en la que se posen tus ojos. ¿Y debo mirar de alguna manera especial?. No. Bastará con que mires normalmente. Pero ¿es que no miro siempre normalmente?. No. ¿Por qué demonios...? Porque para mirar tienes que estar aquí, y casi siempre no lo estás.



Anthony de Mello

la puerta negra

Érase una vez en el país de las mil y una noches... En este país había un rey que era muy polémico por sus acciones, tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:- "Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala." Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción. -"Ahora, continuaba el rey, miren hacia el rincón del lado izquierdo." Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad, algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.
El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba: - "Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí? Ahora decidan, tienen libre albedrío, escojan." Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: a la hora de tomar la decisión, ellos llegaban cerca de la horrorosa puerta negra de más de cuatro metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos con leyendas escritas del tipo: "viva la muerte", y decidían: -"Prefiero morir atravesado por las fechas." Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a los arqueros de la muerte y decían al rey:- "Prefiero ser atravesado por flechas a abrir esa puerta y quedarme encerrado". Millares optaron por lo que estaban viendo: la muerte por las flechas. Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón de flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero, ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?"El rey respondió: Pues bien, ve y abre esa puerta negra." El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió un rayo puro de sol besar el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar. El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba hacia la libertad.

lunes, 2 de abril de 2007

EL HILO MAGICO

Érase una vez una viuda que tenía un hijo llamado Pedro. El niño era fuerte y sano, pero no le gustaba ir a la escuela y se pasaba todo el tiempo soñando despierto.

- Pedro, ¿en qué estás soñando en este momento, a estas horas? – le preguntaba la profesora.
- Estaba pensando en lo que seré cuando crezca – contestaba él.
- Ten paciencia. Hay mucho tiempo para pensar en eso. Cuando seas mayor no todo será diversión, sabes? – decía ella.

Pero Pedro tenía dificultades para apreciar cualquier cosa que estuviese haciendo en ese momento, y ansiaba siempre el futuro. En el invierno ansiaba que el verano volviese; en el verano soñaba con paseos de esquí y trineo, y con las hogueras que encendían durante el invierno. En la escuela, deseaba el final del día, cuando llegaría la hora de volver a casa; y en las noches de domingo, suspiraba diciendo: “¡Ah, si las vacaciones llegasen ya!”. Lo que más le entretenía era jugar con su amiga Lisa. Ella era tan buena compañera como cualquier chico, y la ansiedad de Pedro no le afectaba, ella no se ofendía. “Cuando yo crezca y me haga mayor, me casaré con ella”, se decía Pedro a sí mismo.

Él acostumbraba a perderse en paseos por el bosque soñando con el futuro. A veces se tumbaba al sol en la hierba blanda, con las manos detrás de la cabeza, y se quedaba mirando el cielo a través de las copas altas de los árboles. Una tarde calurosa, cuando se estaba quedando casi dormido, escuchó que alguien le llamaba. Abrió los ojos y se sentó. Vio a una mujer de pie delante suyo. Ella traía en la mano una bola plateada, de la cual pendía un hilo de seda dorado.

- Mira lo que tengo aquí Pedro – dijo ella ofreciéndole el objeto.
- ¿Qué es eso? – Preguntó curioso tocando el fino hilo dorado.
- Es el hilo de tu vida – contestó la mujer – No lo toques y el tiempo pasará normalmente. Pero si deseas que el tiempo vaya más rápido, te bastará dar un leve tirón en la línea y pasará una hora como si fuese un segundo. Pero debo avisarte: una vez que hayas tirado de él, no podrá ser colocado de vuelta dentro de la bola, y desparecerá como una nube de humo. La bola es tuya pero si aceptas mi regalo, no se lo podrás contar a nadie o morirás ese mismo día. Ahora dime, ¿quieres quedarte con ella?.

Pedro cogió de sus manos el regalo satisfecho. Era exactamente lo que él quería. La examinó. Era ligera y sólida, hecha de una sola pieza. Tenía solamente un agujero de donde salía el hilo brillante. El niño se la metió en el bolsillo y se fue corriendo a casa. Cuando llegó a casa y vio que su madre no estaba, la examinó de nuevo. El hilo parecía salir lentamente de dentro de la bola, tan despacio que era difícil percibir el movimiento a primera vista. Sintió ganas de darle un tirón rápido pero no tuvo el coraje. Todavía no.

Al día siguiente en la escuela Pedro imaginaba qué hacer con su hilo mágico. La profesora le reprendió por no concentrarse en los deberes. “¡Si al menos ya fuera hora de irse a casa!” pensó. Tanteó la bola plateada en el bolsillo. “Si yo le diese un tirón pequeñito el día se acabaría, llegaría a su fin”. Cuidadosamente, cogió el hilo y tiró. De repente, la profesora mandó que todos recogiesen sus cosas y se fuesen organizadamente. ¡Cómo le sería la vida de fácil ahora!. Todos sus problemas se habían terminado. Y desde entonces en adelante pasó a tirar del hilo, solamente un poco, todos los días.

Pero se dio cuenta que era un tontería tirar del hilo solo un poco todos los días, pues podría aprender una profesión y casarse con Lisa. Aquella noche, dio un fuerte tirón en el hilo y se despertó a la mañana siguiente como aprendiz de un carpintero de la ciudad. Pedro adoró su nueva vida, subiéndose en los tejados, irguiendo y colocando a martillazos enormes vigas que todavía exhalaban el perfume del bosque. Sin embargo, a veces, cuando el día de cobro tardaba en llegar, daba un pequeño tirón al hilo y la semana terminaba, llegaba el viernes por la noche y tenía el dinero en el bolsillo.

Lisa también se mudó a vivir a la ciudad con una tía que le enseñaba las labores del hogar.

Pedro empezó a impacientarse pensando en el día de su boda. Era difícil vivir tan lejos y tan cerca de ella al mismo tiempo. Preguntó entonces cuando podrían casarse.

- El año que viene - dijo ella - Para entonces yo ya habré aprendido a ser una buena esposa -

Pedro tocó con los dedos la bola plateada en su bolsillo.

- Pues el tiempo va a pasar bien rápido – dijo él con mucha certeza.

Aquella noche no consiguió dormir. Pasó toda la noche agitado, dando vueltas de un lado para otro en la cama. Sacó la bola mágica que estaba debajo de la almohada. Dudó un instante; enseguida la impaciencia le dominó, y tiró del hilo dorado. Por la mañana, descubrió que el año ya había pasado y que Lisa finalmente estaba de acuerdo con la boda. Pedro se sintió realmente feliz. Pero justo antes de que la boda se pudiese realizar, recibió una carta con aspecto de documento oficial. La abrió tembloroso y en ella leyó la noticia que debía presentarse la semana siguiente para servir en el ejercito durante los próximos dos años. Se la enseñó desesperado a Lisa.

- Bien – dijo ella – no hay nada que temer, basta con esperar. El tiempo pasará rápido, verás. ¡Tenemos tanto que preparar para nuestra vida en común!.

Pedro sonrió con gallardía, pero sabía que dos años tardarían una eternidad en pasar.

Cuando ya se acostumbró a la vida del cuartel, se dio cuenta que no era tan mala como él creía. Le gustaba estar con los otros chavales y las tareas al principio no eran tan arduas. Se acordó de la mujer aconsejándole utilizar el hilo mágico con sabiduría y evitó usarlo por algún tiempo. Pero enseguida se volvió a sentir inquieto. La vida en el ejército le aburría, con tareas de rutina y rígida disciplina.

Empezó a tirar del hilo para acelerar el paso de la semana a fin de que el domingo llegase pronto, o el día libre. Y así se pasaron los dos años como si fuera un sueño.

Cuando terminó el ejército, Pedro decidió no tirar más del hilo excepto por una necesidad absoluta. Al fin y al cabo todos decía que ésta era la mejor época de su vida. No quería que ésta se acabase tan rápido, solo dio uno o dos pequeños tirones al hilo para anticipar un poco el día de la boda. Tenía muchas ganas de contar a Lisa su secreto pero no sabía que, si se lo contaba, moriría.

El día de la boda, todos estaban felices, incluso Pedro. Casi no podía esperar para enseñarle a Lisa la casa que le había construido. Durante la fiesta lanzó una rápida mirada hacia su madre. Percibió por primera vez que su pelo estaba volviéndose gris. Había envejecido rápidamente. Pedro sintió una punzada de culpa por haber tirado del hilo con tanta frecuencia. De ahora en adelante sería mucho más cauto con su uso, y sólo tiraría si fuese estrictamente necesario.

Unos meses más tarde, Lisa anunció que estaba esperando un hijo, Pedro estaba entusiasmado y le costaba esperar. Cuando nació el bebé, pensó que era todo lo que esperaba de la vida. Pero siempre que el bebé se ponía enfermo o se pasaba una noche llorando él tiraba del hilo un poquito para que el bebé se pusiese sano y alegre. Los tiempos eran difíciles. Los negocios iban mal. Llegó al poder un gobierno que mantenía el pueblo bajo fuerte presión y altos impuestos y que no toleraba oposición. Quien quiera que fuese un agitador era metido en prisión sin juzgar y un simple rumor bastaba para condenar a un hombre. Pedro fue siempre conocido por decir lo que pensaba y enseguida fue hecho preso y metido en la cárcel. Por suerte traía la bola mágica con él y dio un fuerte tirón al hilo. Las paredes de la cárcel se disolvieron y los enemigos fueron lanzados a distancia en una enorme explosión. Era la guerra que comenzaba, pero que pronto acabó como una tempestad de verano, dejando en su rastro una paz agotadora. Pedro se vio de vuelta al hogar con su familia. Pero ahora era un hombre de mediana edad.

Durante algún tiempo, la vida corrió sin percances y Pedro se sintió relativamente satisfecho. Un día, miró a la bola mágica y se sorprendió al ver que le hilo había pasado del color dorado al plateado. Se fue a mirar al espejo. Su pelo empezaba a ponerse gris y en su rostro aparecían arrugas donde él no podría ni imaginarse. Sintió un miedo súbito y decidió que utilizaría el hilo todavía con más cuidado que antes. Lisa le dio otros hijos y él parecía feliz como jefe de la familia que crecía. Su manera autoritaria de ser hacía que las personas pensaran sobre él que era algún tipo de déspota benevolente. Poseía un aire de autoridad como si tuviese en sus manos el destino de todos. Mantenía la bola mágica bien escondida, resguardada de los curiosos ojos de los hijos, sabiendo que si alguno la descubría, sería fatal.

Cada vez tenía más hijos, de manera que la casa estaba cada vez más llena. Necesitaba ampliarla, pero no contaba con el dinero necesario para la obra. Tenía otras preocupaciones también. Su madre se hacía mayor y parecía más cansada con el paso de los días. No adelantaba nada tirando del hilo de la bola mágica pues se aceleraría la llegada de su muerte. De repente ella falleció y Pedro, parado delante de su tumba, pensó como la vida pasaba tan rápida, incluso sin hacer uso del hilo mágico.

Una noche, tumbado en la cama, sin conseguir dormir, pensando en sus preocupaciones, decidió que la vida sería mucho mejor si sus hijos ya hubiesen crecido y sus carreras estuviesen finalizadas. Dio un fortísimo tirón en el hilo, se despertó al día siguiente y vio que sus hijos ya no estaban en casa, habían encontrado trabajo en diferentes partes del país y Lisa y él estaban solos. Su pelo era ahora casi blanco y le dolían la espalda y las piernas cuando subía una escalera, también sus brazos cuando levantaba una viga más pesada. Lisa también había envejecido y estaba casi siempre enferma. Él no aguantaba verla sufrir de tal forma que echaba mano del hilo mágico cada vez más frecuentemente. Pero bastaba que un problema fuera resuelto para que otro apareciera en su lugar. Pedro pensó que tal vez la vida mejoraría si él se jubilaba. Así no tendría que continuar subiendo a los edificios en obras, sujeto a ráfagas de viento, y podría cuidar de Lisa siempre que ella estuviese enferma. El problema era tener el dinero suficiente para sobrevivir. Entonces cogió la bola mágica y se la quedó mirando. Para su espanto vio que el hilo ya no era plateado, sino gris, y que había perdido el brillo. Decidió ir al bosque a pasear para pensar mejor en todo ello. Ya hacía mucho tiempo que no iba a aquella parte del bosque. Los pequeños arbustos habían crecido transformándose en árboles frondosos, y le fue difícil encontrar el camino que acostumbraba a recorrer. Acabó llegando a un banco en medio de un claro. Se sentó para descansar y cayó en un sueño ligero. Le despertó una voz que le llamaba por su nombre: “¡Pedro, Pedro!”.

Abrió los ojos y vio a la mujer que se había encontrado hacía tantos años y le había dado la bola plateada con el hilo dorado mágico. Aparentaba la misma edad que tenía el día que se le apareció la primera vez, exactamente igual. Ella le sonrió

- Y dime Pedro, ¿tu vida fue buena? – Le preguntó.

- No estoy muy seguro – dijo él – Tu bola mágica es maravillosa. Jamás tuve que soportar cualquier sufrimiento o esperar por cualquier cosa en mi vida. Pero todo fue tan rápido. Siento como si no hubiese tenido el tiempo de aprender todo lo que ocurrió conmigo; ni las cosas buenas, ni las malas. ¡Y ahora falta tan poco tiempo!. Ya no me atrevo a tirar más del hilo, pues eso solo anticiparía mi muerte. Creo que tu regalo no me ha traído suerte.

- ¡Pero que falta de gratitud! – dijo la mujer - ¿De qué forma te gustaría que las cosas fuesen distintas?.

- Tal vez si me hubieses dado una bola que yo hubiese podido tirar para fuera y también para dentro, tal vez entonces yo hubiese podido revivir las cosas malas.

La mujer ser rió.

- Estás pidiendo mucho. ¿Tú crees que Dios nos permite vivir nuestras vidas más de una vez? Pero puede concederte un último deseo, tonto exigente.

- ¿Cuál? – preguntó él.

- Escoge – dijo ella.

Pedro pensó bastante. Al cabo de un tiempo dijo:

- A mí me gustaría volver a vivir mi vida, como si fuese la primera vez pero sin tu bola mágica. Así podré experimentar las cosas malas de la misma forma que las buenas sin acortar su duración, y por lo menos mi vida no pasará tan rápida y no perderá el sentido.

- Que así sea – dijo la mujer – devuélveme la bola. – Y estiró la mano y Pedro le entregó la bola plateada. Se recostó y cerró los ojos exhausto. Cuando despertó estaba en la cama. Su joven madre se inclinaba sobre él, intentando despertarlo cariñosamente.

- Despierta Pedro, llegarás tarde a la escuela. ¡Estabas dormido como una piedra! Él la miró sorprendido y aliviado.

- Tuve un sueño horrible, madre. Soñé que era viejo y estaba enfermo y que mi vida había pasado como un guiño, tan rápido que ni siquiera tenía algo que contar, ni tan siquiera algunos recuerdos.

La madre sonrió y dijo que no con la cabeza.

- Eso nunca va a ocurrir – dijo ella – Los recuerdos son algo que todos tenemos cuando llegamos a viejos. Ahora levántate rápido y vístete. Lisa te está esperando y no dejes que se retrase por tu causa.

Camino de la escuela en compañía de su amiga él observó que estaban en pleno verano y que hacía una preciosa mañana, una de aquellas en la cual era óptimo estar vivo. En pocos minutos se encontrarían con sus amigos y colegas, e incluso la perspectiva de enfrentarse con algunas clases no le parecía tan mala idea. La verdad, el mal podía esperar.